A modo de intro

El curso empezó con una sesión introductoria de la mano de Txelu Balboa y Saioa Olmo, directoras del curso. Una hora para plantear cómo se iban a articular los tres días que pasamos juntas y fijar un punto de partida y algunas expectativas; marcar el terreno de juego entre las prácticas artísticas, las ciencias sociales y los conocimientos-experiencias situadas de cada una, y entrar en materia sobre qué es eso de las tecnologías blandas: esos sistemas, dispositivos, máquinas, con que nos relacionamos, organizamos y producimos para convivir en comunidad… que llevaron a casi 50 personas hasta el Bizkaia Aretoa entre el 11 y el 13 de julio.

Txelu se encargó de las cuestiones prácticas y logísticas: de los qué, para qué, quiénes y cómo; de explicar que las mañanas iban a tener un carácter más teórico y las tardes uno más práctico; de posibilitar que comiéramos juntas y de que al terminar las sesiones tuviéramos otras actividades para seguir relacionándonos de manera informal. Esos tiempos intermedios fuera de programa, son determinantes para que se genere “barrillo”, para que el grupo coja cuerpo. La verdad es que resulta casi mágico ver cómo cambian las relaciones de los cuerpos entre el primer día y el último, cómo se va perdiendo rigidez, se ocupan los sitios, surgen complicidades… ¡Puras tecnologías blandas!

Saioa se encargó de la introducción más teórica: hablar de tecnologías, de lo blando, de las tecnologías blandas, de las máquinas, de las relaciones entre lo soft y lo hard a partir de lo trans. Encuadrar el tema para fijar conceptos que parece que entendemos pero que su utilización en un contexto concreto nos abre nuevos sentidos.

Para ello partimos de algunos materiales previos como este texto o esta enumeración y sobre todo, navegamos por la presentación que había preparado Saioa para desgranar diferentes conceptos e ir matizando.

Matices terminológicos

Comenzamos aclarando las definiciones de los términos que nos iban a ayudar a ser lo más precisos posibles dentro de la investigación: tecnología (conjunto de teorías y técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico), ciencia (conjunto ordenado de conocimientos obtenidos mediante el método científico y estructurados sistemáticamente), teoría (conocimiento especulativo considerado con independencia de toda aplicación), técnica (procedimiento para obtener un resultado) y herramienta (instrumento, máquina, utilizado para facilitar la realización de una tarea).

¿Y qué hay de lo blando? Es una palabra que al lado de “tecnología” nos choca, a la vez que nos parece sugerente, y que parece ser una traducción directa de la palabra inglesa soft (según Luis González, terminólogo de la Comisión Europea, se trata de un desafortunado empobrecimiento semántico, ya que, como explica en este informe, se trataría de una traducción que aumenta la opacidad de la comunicación especializada y que contribuye a un empobrecimiento de la lengua al no recurrir a otras posibles acepciones en español). Blando significa suave, mullido, tierno compasivo, débil, delicado, flojo… Soft remite además a un determinado tipo de condiciones o habilidades sociales (soft skills, soft power).

Tecnologías blandas y máquinas sociales

Es cierto que el término “tecnologías blandas” quizá no sea el ideal, porque además surge de inicio como contraposición a las “tecnologías duras” y eso ya supone un lastre binarista que no nos gustaría reforzar, pero es igualmente cierto, que es ya un término en uso, y que tiene otras bondades, como facilitar el diálogo con el ámbito tecno-científico, abriendo el juego trans entre lo tangible/intangible, natural/social, exactas/humanidades, masculino/femenino… Y además, no es necesario blindar el término “tecnologías blandas” para significarlo de manera unívoca frente a otros, sino sumarlo a otras posibilidades como podrían ser tecnologías sociales, relacionales o comportamentales.

Para pensar sobre ello, Saioa propuso un suelo de referencias sobre el que apoyarnos y desde el que tomar perspectiva. Planteó como ejemplo la perspectiva filosófica de Michael Foucault en Tecnologías del yo, donde establece cuatro tipologías de tecnología: 1) Tecnologías de producción, transformación o manipulación de cosas; 2) Tecnologías de sistemas de signos, sentidos, símbolos o significaciones; 3) Tecnologías de poder, de objetivación, sometimiento y dominación del sujeto que determinan la conducta de los individuos y 4) Tecnologías del yo, que permiten a los individuos efectuar operaciones sobre su cuerpo, alma, pensamientos, conducta o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad. Por otro lado, Saioa nos hizo llegar también la labor en este ámbito de la doctora Zhouying Jin de la Beijing Academy of Soft Technology, que en su libro Global Technological Change. From Hard Technology to Soft Technology, habla de las tecnologías blandas como “El conocimiento derivado de las ciencias sociales, las ciencias no-naturales, y el conocimiento (tradicionalmente) no-científico, aplicado a resolver distintos problemas prácticos”. Según Zhoyuing Jin, “las tecnologías blandas nacen a través del uso consciente de leyes o experiencias comunes en actividades económicas, sociales y humanistas, que conforman normas, mecanismos, medios, instituciones, métodos y procedimientos, contribuyendo a la mejora, la adaptación o el control del mundo subjetivo y objetivo”.

De las tecnologías pasamos a las máquinas. Utilizamos la máquina para crear una analogía con el funcionamiento de los distintos engranajes sociales y para ello pusimos ejemplos que fueron desde la Megamáquina de Lewis Mumford, en El mito de la máquina; las Mil máquinas de Gerald Raunig, entendidas como acontecimiento, como conexiones, composiciones y movimientos; hasta las máquinas abstractas de Gilles Deleuze y Felix Guattari, que exceden toda mecánica y se componen en términos de entrada, salida y un conjunto de operaciones permitidas para producir agenciamientos y transiciones entre materias no formadas y funciones no formales. Son máquinas que forman parte de un plan de interacción entre máquinas técnicas, teóricas, sociales, estéticas, etc., máquinas sociales de las que formamos parte, máquinas que somos, máquinas que cuando mejor funcionan es cuando las tenemos interiorizadas, cuando las encarnamos sin darnos cuenta.

El arte como posibilidad

Y terminamos esta introducción al curso planteando el papel protagonista que las prácticas artísticas, la performatividad y la producción de subjetividad iban a jugar durante los tres días. El arte como posibilidad enunciativa más abierta, menos ‘intencional’, desde la que interpretar y afectar el mundo. Una posibilidad desde la que introducirnos en las tecnologías blandas para poder conocerlas, ser conscientes de ellas, integrarlas, hackearlas y/o hacer un uso alternativo de ellas.

Alrededor de todo esto trabajamos durante tres días, a partir de tres ejes argumentales y funcionales: ORGANIZARNOS / COMPORTARNOS / COMUNICARNOS. Y además nos acompañamos de algunas preguntas como:

¿Para cambiar el sistema hay que conocerlo?
¿Acaso aquello diseñado para someternos, condicionarnos, conducirnos, podría servir también para liberarnos?
¿Hacia dónde podemos construir ‘lo blando’ entre todas?